"La calle del olvido"

A la calle del olvido fui a mudarme hace unos días, allí he decidido instalarme en un pequeño estudio que está ubicado dentro de una pequeña casa de vecinos……….
Al llegar a esta casa me  pareció el sitio ideal para pasar unos días, mientras decidía  que hacer con mi vida. Llegué a la casa y sin deshacer la pequeña bolsa de equipaje, me tumbe en el suelo; No podía parar de llorar, sin querer llorar, más lloraba  y así me quedé dormida.
-A penas queda luz, el día ha decidido irse a dormir y llega la noche, yo aún sin saber muy bien que hago aquí; miro a mi alrededor y es aún más bonito el pequeño estudio que la foto que anunciaban por internet. En el frigorífico, el casero ha dejado algo de comida y una botella de vino, nueces y algo dulce¡ es todo un detalle, pienso!.
 Es casualidad que la calle se llame “del olvido”, me dije a mi misma porque precisamente es lo que quiero olvidar, y salir…. (No podía verbalizar, espontáneamente rompía a llorar).
Se hizo larga la noche, quería escribir y no podía, emborronaba todos los papeles con sudor y lágrimas, me volví a dormir encima del portafolio y allí amanecí, rota por dentro y perdida sin saber que hacer como mi vida.
Hace un buen día, la claridad y la luz de la vida entran por la ventana empujándome para que me asome a verla.
Al acercarme a la ventana en el patio común justo en una esquina jugaba un pequeño gato con una madeja de lana, se enfada con la lana pero sigue ahí sin parar de jugar, le molesta en las uñas de las patas pero sigue una y otra vez……………..
Me pareció divertido y eso hizo que me dejara de sentirme una víctima y ver como la vida sigue  alrededor mío.
Una vez leí que “uno solo valora el sol de la infancia cuando lo pierde todo”

Otro día.
Es hora de hacer una visita por el barrio, por la calle, ver cómo es esta calle del olvido, ver cómo eran esas personas que habitan allí, cuáles eran las tiendas y que ofrecía a los viandantes…………………

El barrio huele a café y pan horneado, es temprano, apenas hay gente por la calle, las primeras cafeterías están abriendo sus puertas a los primeros clientes, el silencio predomina, “es grato oír el silencio de la calle”.
Sigo caminando y me dejo llevar por los sentidos, el olor a pan, oír el silencio, ver las calles vacías y sentir como aún el rocío de la madrugada no se quiere ir, aún cuando parece que en breve hará las temperaturas propias de la primavera.
A cada paso que doy observo como los establecimientos están especializados, no encuentro esa típica tienda de ultramarinos que vende de todo, hay tiendas que venden especias, frutas y verduras, pescadería, panaderías que ofertan pan con nueces, con pipas de girasol, sin gluten “el auténtico pan hecho a mano”, son tiendas pequeñas, muchas de ellas ofrecen sus productos en la puerta del establecimiento, para captar la atención de los vecinos del barrio.
Según voy avanzando decidido sentarme en una terraza a disfrutar de un merecido desayuno, es justo  ahí mientras desayuno cuando los recuerdos vienen a borbotones, es como una película hecha de pedacitos del pasado, según veo las imágenes, oigo las frases se me encoje el corazón, nubes de lágrimas en los ojos, el miedo llega se sienta conmigo a desayunar y según llegan los recuerdos se hace grande y más grande……………………
Es justo lo que no quería, recordar,  quiero olvidar, olvidar, olvidar……………
Se acerca la hora del ir al colegio, niños cogidos de las manos de  los padres que apuran los minutos, caminan rápido y ellos medios dormidos obedecen, esa imagen también es una pequeña pieza de mi film, y verbalizo en voz alta
” Esta maldita costumbre de buscarme”………

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